Carta del Sr. Pérez Galdós [1908]

Mi querido amigo y compañero: Mi mala salud me priva de asis­tir al mitin de hoy. Pero me consideraré presente si usted se digna ex­presar mi conformidad con la generosa idea que ha promovido esa reunión, mi conformidad también con cuantos en ella sostengan, di­vulguen, y acaloren la protesta del país contra el proyecto de ley de Administración local.

La opinión hablada y escrita contra el proyecto, se había manifes­tado ya en España por diversos conductos, pero no ha tenido la sufi­ciente eficacia hasta que las voces republicanas han venido a poner en ella lo que les faltaba, el corazón. Los sentimientos efusivos que carac­terizan este partido, su amor a la Patria, su ardiente devoción a los principios democráticos, han robustecido esta aspiración, dándole vida, sangre, y el vigoroso andar de las ideas que resueltamente quie­ren llegar a un fin y precedidas de un querer intenso, no pueden que­darse a mitad del camino.

Se halla España hoy en una de las más graves crisis de su borras­cosa existencia, estancada en su progreso, contenida en sus ansias de vida intelectual por frenos y ligaduras que sigilosamente se le imponen con labor hipócrita y cachazuda. Su tendencia regresiva, favorecida por espíritus débiles, gana terreno cada día, implantando sus jalones, que difícilmente se podrán arrancar de la tierra dura.

Se trata de cerrar todos los horizontes por donde vemos clarear el resplandor de un porvenir bello y glorioso.

Deber nuestro es regenerar de forzada paralización o retroacción, o romper las fúnebres pantallas o desgarrar las negruras con que se pretende oscurecer nuestro camino y descarriar nuestros pasos. En este proyecto de ley que combatimos se contienen algunos de los arti­ficios inventados para extinguir el ideal democrático y hacer imposi­bles las libertades conquistadas con el pensamiento, la sangre y el alma de todas las generaciones precedentes. Procuraremos anular esos arti­ficios. Si no inutilizamos la obra enemiga en sus primeras líneas cons­tructivas, llegaríamos a la imposibilidad de contrarrestar luego sus efectos. Si les dejamos avanzar en su labor, honda, tenaz, casi invisi­ble, levantarán contra nosotros castillos inexpugnables. Para ser fuer­tes, no esperemos a que la reacción se fortifique.

Nuestra obra es de voluntad y también de inteligencia; no es obra simplemente destructora, no es obra de negación, porque negando, contraponemos a los ideales de muerte, los ideales de vida y abrimos paso franco y libre a la soberana, a la grande afirmación.

De usted siempre cariñoso amigo y compañero, q. b. s. m.,

Benito Pérez Galdós.

Leída en el mitin republicano en el Frontón Central de Madrid el 29 de marzo de 1908. España Nueva, 29 de marzo de 1908; El País el 30 de marzo de 1908.

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