Antes que el autor de La Desheredada traslade al palacete que construye en Santander el mobiliario de su estudio madrileño, quise ver el lugar donde tantas cuartillas trazó la mano del gran novelista, y donde han corrido tantas horas de su vivir. Conocía el estudio por una magnífica fotografía de Laurent; pero nada equivale á la vista de los ojos, como dicen en mi tierra.