Galdós realiza su primer viaje a Santander en 1871 y conoce a
José María de Pereda. Mucho tuvo que gustarle la ciudad cuando a partir de ese primer encuentro decidió elegirla como sede permanente de sus veraneos. Su fácil comunicación con Madrid, su clima templado y fresco durante la época estival, la belleza del lugar y de la provincia y la acogida amistosa que le prestaron sus intelectuales le convirtieron, como él dice, en visitante habitual de Cantabria.