Creo que fué Wieland quien dijo que los pensamientos de los hombres valen más que sus acciones, y las buenas novelas más que el génerohumano. Podrá esto no ser verdad; pero es hermoso y consolador. Ciertamente, parece que nos ennoblecemos trasladándonos de este mundo al otro, de la realidad en que somos tan malos á la ficción en que valemos más que aquí, y véase por qué, cuando un cristiano adquiere el hábito de pasar fácilmente á mejor vida, inventando personas y tejiendo sucesos á imagen de los de por acá, le cuesta no poco trabajo volver á este mundo.
prólogo
[Artículo] Niñerías, de Benito Pérez Galdós*
[Prólogo] El sabor de la tierruca, de Benito Pérez Galdós
Ahora que estamos solos, impaciente lector, en la antesala de un libro, esperando á que se nos abra la mampara del capítulo primero, voy á hablarte de aquel buen amigo, cuyo nombre viste, al entrar, estampado en el frontispicio de este noble alcázar de papel en que por ventura nos hallamos. Y no voy á hablarte de él porque su fama, que es grande, aunque no tanto como sus méritos, necesite de mis encomios, sino porque no mueve á ello un antojo, tenaz deseo quizás, ó más bien imperioso deber, nacido de impulsos diferentes.