[Artículo] El submarino «Peral», de Benito Pérez Galdós

Madrid, 12 de diciembre de 1888.

I

No he hablado aún del submarino «Peral», el atrevido invento que tanto interés despierta entre la gente científica y cuyas pruebas se esperan con tanta curiosidad dentro y fuera de España. Hoy me ocupo por primera vez de este asunto, para decir que las pruebas, fijadas para este mes, no se verificarán hasta el próximo enero, no sólo porque el inventor y constructor desea hacer particularmente varios ensayos importantísimos referentes a orientación, visualidad, radio efectivo de acción y evoluciones de inmersión y ascenso, sino porque aún faltan ciertos trámites para que la prueba oficial pueda hacerse con arreglo a un plan científico y en las mejores condiciones. Por estas razones, la natural impaciencia de los que esperan un éxito seguro para el señor Feral y de los que aguardan la prueba para dar su opinión definitiva, ha de contenerse hasta principios del año próximo.

Los problemas de mecánica, física y química que este atrevido invento entraña son de mucha gravedad para que se arriesgue el éxito por precipitación. En estas pruebas o ensayos preliminares, que ya se están ejecutando, acompañan al señor Peral distinguidísimos oficiales de la Armada, escogidos marineros y maquinistas. Las dimensiones del buque submarino son: eslora, 21 metros; manga y puntal, 2,74 metros; desplazamiento a flote, 79 toneladas ídem sumergido, 87. El motor principal del buque es la electricidad, dispuesta por medio de aplicaciones enteramente nuevas. La marcha será de 11 millas a flote y de 10 sumergido.

Han creído algunos que las experiencias hechas recientemente en Tolón con un buque de esta especie, llamado «Gimnote», quitaban la precedencia al invento de nuestro ilustrado compatriota; pero esto no es cierto. Cinco años hace que Peral propuso al Ministerio de Marina la construcción de su aparato, exponiendo las teorías en que fundaba su invención. Además de esto, las pruebas del «Gimnote» han dado muy mal resultado, mejor dicho, han sido un fracaso. La teoría de este buque no presenta ninguna novedad en el campo de la ciencia, mientras que el «Peral» hará, al decir de los que están en el secreto, una verdadera revolución en el arte de construcciones navales. Todos deseamos que la prueba oficial se verifique pronto para alabar sin tasa la constancia del distinguidísimo oficial de Marina y asignarle los títulos de gloria que por dicha constancia y por su saber le pertenecen.

12 de febrero de 1889.

II

Los ensayos parciales del submarino han comenzado, y los distintos problemas estudiados prolundamente por el inventor parecen en vías de solución satisfactoria. Los primeros ensayos fueron los de la impermeabilidad del casco, pues no siendo ésta absoluta, el aparato no puede funcionar sin peligro. Por perfecto que sea el ajuste de planchas de palastro, y por habilidad que tengan los obreros remachadores, rara vez se impide la filtración de agua. Para obtener la mayor perfección posible en el estanco, se han hecho minuciosos trabajos en el casco del «Peral», sumergiéndole repetidas veces y calafateando por los medios más eficaces las junturas de las planchas. Por fin se ha comprobado la impermeabilidad de un modo que aleja todo peligro.

Luego se han hecho las pruebas de inmersión y horizontalidad, problemas de ardua solución, y sin los cuales difícilmente podrán cumplirse los objetos polémicos del aparato. Luego vendrá la cuestión de marcha. Díjose, no ha mucho, que los acumuladores no podrán contener fuerza eléctrica para dar impulso al buque durante mucho tiempo, y si el radio de acción se circunscribía a dos o tres horas, el éxito del invento sería muy dudoso; pero este temor se ha desvanecido con nuevos ensayos y aplicaciones de la fuerza motriz. Los ensayos parciales continúan, y en Cádiz reina verdadero entusiasmo por la obra del insigne marino. Sus compatriotas tienen fe ciega en el éxito. Todas las clases sociales lo miran como un timbre de honor de la noble ciudad marítima, y se apresuran a tributar a Peral homenajes de admiración. Es unánime la creencia de que esta aplicación nueva de la electricidad a la navegación submarina ha de resultar más práctica que cuantas se han hecho antes de ahora fuera de España. ¡Qué triunfo para Peral y qué gloria para todos nosotros si los gaditanos se salen con la suya!

Si las pruebas parciales que se están verificando dan buen resultado llegaremos a la prueba oficial sin duda alguna respecto al éxito. Las últimas noticias que puedo recoger acerca de tan interesante asunto son: que el día 15 saldrá el «Peral» del dique para hacer un ensayo de navegación, primero a flote y después sumergido, probándose su marcha y la facilidad para virar; que al día siguiente se ensayará el disparo de torpedos «withord», poniendo de blanco una boya; que el 17 se probará la marcha propiamente submarina a diversas profundidades, disparando torpedos debajo del agua y subiendo después rápidamente a la superficie; al propio tiempo probará la potencia luminosa del reflector eléctrico. Después saldrá del caño de la Carraca, v navegando por la bahía dará la vuelta a las fortificaciones de Cádiz, llegando hasta dar frente al Castillo de Sancti Petri. Si todo este programa se realiza con éxito, las pruebas oficiales se verificarán el 22, y entonces el «Peral» destruirá en alta mar un casco de buque, atacándole por la quilla, y navegará submarinamente desde Cádiz hasta Cartagena, con sus interrupciones y respiros, que ha de exigir forzosamente este largo trayecto. Porque el problema más difícil de resolver, según personas entendidas, es el de la respiración de los tripulantes dentro de un recinto herméticamente cerrado durante muchas horas.

Soy de los que tienen esperanza en el éxito del invento de Peral, de los que lo desean ardientemente, de los que creen debe ser alentado el inventor y recibir toda clase de apoyos. El ilustre marino, que ha consagrado lo mejor de su vida y toda su actividad a esta gran idea, merece que sus conciudadanos le ayuden por todos los medios. El patriotismo nos lo dicta así y nos impone este deber; necesita, no sólo del apoyo material, sino del moral. Pero no debemos tampoco anticiparle el triunfo, dando por resueltos los problemas científicos que encierra su pensamiento antes que las pruebas concienzudamente hechas lo acrediten. Peral es hombre serio, hombre de estudio, y ha contraído un gran compromiso con la patria y con la ciencia. ¡Qué honor tan insigne para nuestro país si aclaramos antes que ninguna otra nación el misterioso enigma de la navegación submarina! Aunque el problema no apareciese recto en toda su complejidad, ¡qué gloria tan grande si lográramos determinar en él un progreso evidente, ponerlo en vías de resolución e iniciar la radical transformación de la marina militar!

Conviene, pues, esperar con calma las pruebas, poniéndonos tan lejos de las desconfianzas sistemáticas como de los entusiasmos prematuros. Condenemos el escepticismo de los que dudan de la eficacia del invento sólo porque es español o por otras razones; pero no nos entreguemos tampoco a espansiones optimistas. Si Peral triunfa, como parece probable, todos los aplausos no serán bastantes para premiar su mérito; todos los galardones serán pocos para coronarle. Afortunadamente no hemos de esperar mucho tiempo para saber a ciencia cierta a qué atenernos.

III

6 de marzo de 1888.

Las pruebas del submarino «Peral» empiezan mañana. Hay grande espectación, así en Cádiz como en toda España. Ayer quedó a flote el submarino. Lo primero que se hizo fué establecer conexiones entre las distintas baterías; después entró el agua en el dique, y el «Peral» flotó, cumpliéndose estrictamente los cálculos del inventor en lo referente a este problema. El agua llegó a un decímetro y medio de la línea de flotación calculada. Esta diferencia corresponde al peso de los ciento cincuenta acumuladores que aún no se han embarcado, y a los lingotes de plomo que todavía no están a bordo. Abiertas luego las puertas del dique, el «Peral» salió remolcado y fué amarrado en el canal, flotando en perfecta horizontalidad. Probarónse luego con poca fuerza motriz las hélices de propulsión. Dióse avante y atrás, y resultó que funcionaron de un modo perfecto. Hoy, a las doce, serán las pruebas de velocidad y evoluciones, saliendo el buque a poca velocidad por el caño de la Carraca. Saliendo a la bahía, marchará hasta Rota y de allí regresará al Arsenal. Numerosos buques mercantes han sido fletados por los curiosos para presenciar estas pruebas preliminares. Pronto hemos de saber si los afanes del interventor y su indudable capacidad tienen el premio que merecen.

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