Mi hermana Rafaela, planchadora, conocida en todo Maravillas con el mote de La Carbonera, había salido al amanecer. Díjome que iba con Bastiana y otra vecina a enramar una cruz de mayo a espaldas de los Padres Benedictinos de Monserrat y de las Madres Santiaguesas, vamos al decir, en la plazuela del Limón.