Sepulcro de D. Juan González Monjua y D. Antón González.

Catedral. Nave del Evangelio.

D. Juan González Monjua y D. Antón González.

Es sumamente rara la disposición de este sepulcro, donde están enterrados un tío y un sobrino, los dos maestrescuela de esta catedral. Sobre una cama o urna, con un escudo en el frente sostenido por dos ángeles, reposa la estatua de D. Juan González Monjua, y formando un ángulo con ella, empotrada por el dorso en el testero, la de su sobrino D. Antón González, y como ambas son muy semejantes, incluso en sus deterioros, parecen la una reflexión de la otra vista en un espejo. Como obras artísticas, siendo bastante aceptables, no pasan de ser labores corrientes y vulgares dentro de lo que entonces se usaba. Los ángeles tenantes, que pudieran ser de distinta mano que las estatuas, se distinguen por lo revuelto de sus paños, excesivamente angulosos y quebrados, sin la menor continuidad en sus pliegues, y colocados éstos de igual modo, con el mismo realce y los mismos obscuros, sin ninguna ordenación entre ellos ni distinción entre pliegues dominantes y secundarios, produciendo una ilusión extraña y rara, muy diferente de la ilusión de ropaje. Tampoco son un acierto sus actitudes, violentas con exceso, sin espontaneidad en el movimiento ni gracia en las líneas, vacías de intención y no causando otro efecto que el de manierismo, decadencia y agotamiento del arte gótico holandés, que es el que más recuerda.

Por encima de estos ángeles, en la orla de la urna, se lee este epitafio: «AQUÍ ESTAN SEPULTADOS LOS REVER. SRES. D. ANTON GONZALEZ E D. JUAN GONZALEZ MAESTRESCUELAS».

Según el Sr. Pérez Villamil, este D. Juan González Monjua fue uno de los embajadores de D. Juan II cerca de D. Alonso V de Aragón cuando éste, a instancias de sus hermanos, estuvo a punto de hacer la guerra a Castilla, y según el Sr. Obispo Minguella, fue, además de maestrescuela, provisor de Sigüenza y secretario y capellán del rey. D. Antón González, su sobrino, fundó el «Arca de Misericordia», institución caritativa para socorrer a los pobres, y uno y otro dotaron la capilla donde luego fueron sepultados.

No dice la inscripción ni los historiadores que se han ocupado de esta catedral la fecha exacta en que falleció el último de estos señores, que sería probablemente quien hiciera labrar este sepulcro; pero los caracteres de su estilo, su labor, los manierismos apuntados y aun algo de su disposición, me hacen creer que no se construyeron hasta los finales del siglo XV o muy en los comienzos del XVI. A esto me atrevería a añadir, pero sólo como una impresión, a la que no puedo aportar ninguna prueba demostrativa, que me parecen estas estatuas del taller, o la mano, de Copin de Holanda, el maestro que tanto trabajaba por aquel tiempo en Toledo y en otros lugares de Castilla.

Miden estas estatuas un metro sesenta centímetros de largo, y tiene de altura la urna ochenta centímetros.

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